La Iglesia de San Pedro de Rectivía, en Astorga, nació en la Edad Media, al pie del Camino de Santiago, como un templo auxiliar para prestar servicio a los peregrinos y a los habitantes de este barrio extramuros. Situada en una de las zonas más humildes de la ciudad, el templo sufrió distintas reformas y ampliaciones hasta que, ya en el siglo XX, se decidió apostar por un edificio de nueva planta que ocupara el solar de la antigua iglesia y otro aledaño. Las obras dieron comienzo en 1970 según el proyecto de los arquitectos Ángel Mirones Velar y Ceferino Bada Castañón, y el actual templo abrió sus puertas en 1972, integrado en un moderno conjunto parroquial que se convirtió en el alma del barrio. Es el edificio de arquitectura contemporánea más importante de Astorga.

La iglesia de Rectivía es la única de Astorga construida después del Concilio Vaticano II, lo que la convierte en una rara avis en una diócesis pequeña y tradicional. La ruptura que supone en todos los aspectos este edificio se entiende también atendiendo a los planteamientos teóricos de Edward Mills y de Peter Hammond, que en las décadas de 1950 y 1960 apostaron por iglesias que, más que parecer iglesias, se construyeran de una forma más práctica, pensando en su funcionalidad: iglesias «en consonancia con el espíritu de su tiempo». Los arquitectos Bada y Mirones lo lograron con creces.
Olvidada una vez sí y otra también en guías de Astorga, quizá porque su aspecto exterior y sus paredes de ladrillo visto carecen de la monumentalidad que se presupone a la piedra, lo cierto es que estamos ante uno de los edificios más singulares de Astorga, en el que cada tesela tiene un valor que va mucho más allá de lo puramente artístico.
El voladizo sobre la portada es la imagen más poderosa de esta iglesia de barrio, aunque es en el detalle de la fachada, cubierta en toda su extensión por mosaicos, donde se esconde uno de sus secretos más reveladores. Todos los mosaicos de la Iglesia de San Pedro de Rectivía son obra de un taller de mosaico que nació en los locales del complejo parroquial, Musivaria Antiqua, y que durante años ha decorado, palmo a palmo, cada rincón de la portada, buena parte del suelo de la Iglesia y algunos muros de la capilla con motivos religiosos. Musivaria Antiqua fue durante años un taller ocupacional en el que algunos voluntarios, que iban y venían, encontraron mucho más que una forma de ocupar su tiempo. El Camino de Santiago es protagonista de parte de los mosaicos, en los que hay también inscripciones en árabe y en hebreo que invitan al diálogo interreligioso.

Otro de los elementos singulares de la Iglesia de San Pedro de Rectivía son sus vidrieras de hormigón, en las que están representadas las 14 estaciones del Via Crucis. Su radical modernidad, su profunda espiritualidad, son el filtro por el que la luz ilumina cada rincón de una nave exenta por lo demás austera. Solo una bellísima talla, el Cristo del Amor y del Perdón (1995), obra del ebanista local Enrique Morán, rompe la sencillez del ladrillo y el hormigón. Esta imagen de Cristo Crucificado es una de las protagonistas del Via Crucis que cada Martes Santo se celebra en Astorga con motivo de la Semana Santa.